Octubre 4 - Vigésimo Séptimo  Domingo  del Tiempo Ordinario


Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 21, 33-43

 


En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta parábola:

«Había una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él, construyó una torre para el vigilante y luego lo alquiló a unos viñadores y se fue de viaje.


Llegado el tiempo de la vendimia, envió a sus criados para pedir su parte de los frutos a los viñadores; pero estos se apoderaron de los criados, golpearon a uno, mataron a otro y a otro más lo apedrearon.

Envió de nuevo a otros criados, en mayor número que los primeros, y los trataron del mismo modo.

Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: “A mi hijo lo respetarán”.

Pero cuando los viñadores lo vieron, se dijeron unos a otros:

“Este es el heredero. Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia”.

Le echaron mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron.

Ahora, díganme: cuando vuelva el dueño del viñedo, ¿qué hará con esos viñadores?»

Ellos le respondieron: «Dará muerte terrible a esos desalmados y arrendará el viñedo a otros viñadores, que le entreguen los frutos a su tiempo».

Entonces Jesús les dijo: «¿No han leído nunca en la Escri-tura: La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular.

Esto es obra del Señor y es un prodigio admirable? Por esta razón les digo que les será quitado a ustedes el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos».



Palabra del Señor.

 

© 2012 Centro de Espiritualidad Ignaciana